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martes, 3 de mayo de 2011

Comunicación para el libre albedrío


 
                                                                                             Rafael Á. Marín
        
       Fe, conciencia, libertad, discernir. Buscar la razón. Promover la ética y los valores mas sublimes del ser ¿Cómo ser mejores en un mundo de confusión? ¿Cómo tomar decisiones éticas, sin ser libre para tomarlas?
       Ciertamente se hace necesario la practica de un ejercicio comunicacional tendente a la promoción de la verdad, y que los medios de comunicación social, garanticen el pluralismo, como  principio básico para el establecimiento de sociedades democráticas que a su vez promuevan los derechos inalienables de opinión, información y a informarse, de expresión y comunicación.
       En 1971, bajo el papado de Paulo VI, la Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social, estableció un instructivo pastoral “Communio et Progressio”, emergido de las reflexiones de los pensadores de la Iglesia Católica, durante la V Jornada de las Comunicaciones Sociales, realizadas en Roma; documento en el cual,  si bien es cierto se anunciaba el reconocimiento de los medios de comunicación social como “dones de Dios”, establecieron consideraciones y pautas, para perfilar una acción ante los riesgos de un ejercicio comunicacional sin una actitud acorde con los valores y ética cristiana; en tanto “los instrumentos de comunicación afectan al progreso de  la sociedad entera, todos los ciudadanos y los legisladores están obligados a ciertos deberes en este campo”.
        No se quedaron, los magistrados de la Iglesia, anclados en innegables riesgos de la posible perversión de los medios, sometidos a la debilidad económica, o al ejercicio mal entendido de comunicadores azuzados, mas por el afán de fama, que de un apostolado en aras de promover un estado de progreso del hombre; sino que avizoraron, conocedores de la naturaleza corruptiva del poder, la conveniencia de que “se dicten leyes que protejan la libertad de expresión, a la vez que el derecho a la información, y garanticen ambos derechos, frente al poder o las presiones económicas. Las leyes también deben asegurar y conceder a los ciudadanos la total facultad de juzgar con detalle la administración de estos instrumentos, sobre todo, cuando su monopolio está en manos del gobierno”.
       La codicia mercantil no pondera el daño que pueda acarrear especialmente en niños, y jóvenes, por ser los mas propenso, a asimilar el bombardeo de mensajes fascinantes, que los impulsa a conductas extravagantes, convirtiéndolos en imitadores de prototipos  vagos, que conllevan a una sociedad consumista y vacía de espiritualidad.
       Mientras la ambición de mando, conduce a la manipulación del poder, para subyugar al  colectivo, convirtiéndolo en una sociedad esclavizada, mediante el dominio de los medios, y el secuestro o neutralización de las libertades de expresión, opinión, información y de ser informado.
       Un ser desinformado, sin posibilidad ni capacidad de informarse, está limitado en su capacidad de discernimiento. Elemento básico para ser libre.  
                                                                                         

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