Me agrada
navegar en la refraneria popular, allí hay de todo y para todos. He degustado
refranes que son una fusión de medicina, psiquiatría, filosofía y humor. Todos
transmiten la vena más sabia de nuestros ancestros y en grado diferente son un
condensado de esquemas claves de planificación estratégica. En un primer
momento (Diagnosis) emulan a los impresionistas en su afán por plasmar la
realidad tal como es y a la que solo le asignan esplendor y luz como
conservando la objetividad del suceso. En un segundo momento (Diseño o
elaboración de la propuesta) toman de la paleta de los surrealistas la certeza
de que el pensamiento es libre y con él se puede concebir y construir una
realidad distinta a la que existe y expone el artista impresionista…
Así en el refrán “Todos los extremos son malos” el analista
se enfrenta a una clase magistral, intemporal, sin fronteras que desnuda la
estructura de un apotegma, data su funcionamiento vital, establece los límites
deseables de operatividad de un hábito, uso, ley, procedimiento y reconoce un
umbral deseable al funcionamiento óptimo del evento. En el caso de un sistema
abierto determina los síntomas que podrían asegurar la salud o la muerte de un
organismo vivo o de un sistema social. Si bien el proverbio no alude en modo
explícito al péndulo, como instrumento que registra el desplazamiento de un
extremo a otro del segmento su existencia es real y su lectura atestigua “que
tanto o que tan poco” nos alejamos de la normalidad…
Un valor agregado del refrán lo constatamos en la
cotidianidad. Todas las frutas tienen un punto en el que la madurez es posible,
un poco más y la fruta se oxida, “se pudre”… hay un trazo en el que un chubasco
se hace llovizna y subiendo un poco más la escala se torna en aguacero y podría
desencadenar en una tormenta…
El ciudadano de a pie “jura” que el sujeto que ha alcanzado
fortuna en modo deshonesto y en tiempo record es autosuficiente y feliz…La
fortuna rápida recibida sin esfuerzo y trabajo no hace fuerte al hombre, le
roba su orgullo, le magulla su autoestima, le hiere su amor propio, le hipoteca
su honor. La preocupación por ser desenmascarado le quiebra su vitalidad… También
las comunidades organizadas sufren el impacto negativo de la fortuna adquirida
sin el sustento del trabajo creador y productivo.
Quien ostenta bienes que sabe no ganó en modo limpio cede su
soma a los vacíos del desasosiego, a la ansiedad, al nerviosismo, a la
inquietud, al recelo, insomnio, angustia… y la naturaleza que detesta el vacío
“siempre presta” tomará nota de sus grietas y las colmará de los iguales
elementos que activan al timo y a la rapiña. He allí el origen de las
enfermedades que los antibióticos y los psicotrópicos de aplicabilidad médica
no curan.
Es inminente un gran cambio en nuestra actitud psicológica.
Es inexplicable que falten los alimentos en una tierra de la que un manto
esmeralda ha hecho su morada mientras una maternal lumbre ambarina amalayada en
zonas frías y oscuras del planeta hace su sempiterno recorrido desde el
trayecto Este–Oeste todos los días del año prodigándonos su afecto y
generosidad.
Creo que el único peligro que nos amenaza existe y reside en
nosotros, pero lamentablemente somos inconscientes de ello. La vida cobra y de
un modo u otro los venezolanos estamos comenzando a pagar
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