En
los albores de la navidad Venezuela continúa deslizándose aceleradamente hacia
las profundidades de una crisis que hace estragos en la gran mayoría de los
venezolanos y que augura momentos turbulentos de pronósticos reservados. El
gobierno en el área económica se ha transformado en una máquina de cometer
errores que producen consecuencias desbastadoras en los pingües ingresos que
perciben los trabajadores y asalariados. Aún conservan mucho poder, pero se
encuentra en su momento de mayor debilidad política. El manejo irresponsable de
la economía le ha cerrado el cerco que le brindaba salidas y ya, hasta sus
aliados Chinos y rusos parecen cargar los candados que lo cierran. Solo le
quedan dos alternativas: La negociación política para viabilizar una salida
democrática, pacífica y constitucional o una violenta de impredecibles
consecuencias. Parece que juegan a la primera, a pesar de la estridencia de sus
discursos.
La negociación
política iniciada el 2 de este mismo mes, con presencia de los cancilleres de
México, Chile y Paraguay críticos reconocidos de las políticas implementadas
por el gobierno venezolano, colocan esta negociación en contexto diferente a
los fracasados diálogos del reciente pasado. El hecho mismo de que el gobierno
lo haya aceptado, indica lo vulnerable que se encuentran. Muchos países que
saben de la grave situación que atraviesa nuestro país, apuestan al éxito de
esa negociación, pues su fracaso pudiera impactar políticamente a todo el
continente. Jugar a ese fracaso es ponerse del lado de quienes juegan a la
violencia y buscan pescar en rio revuelto. De allí la importancia de acompañar
esa negociación con la participación electoral, a pesar de la incredulidad de
muchos venezolanos que han perdido su confianza, no solo en el gobierno, sino
también en quienes fungen como representantes de la oposición. Es por tanto
necesario que todo movimiento contrario al gobierno, desde ahora, active la
participación electoral de cara al evento de mayor connotación política en
estos momentos, como lo es la elección presidencial. El candidato surgirá en su
debido momento, sea por primarias, consenso o por el surgimiento de alguna
figura que recoja el descontento que hay en la calle. Lo importante ahora es
generar condiciones de participación con la convicción de que al gobierno se
puede derrotar en cualquier escenario, siempre y cuando la magnitud del
movimiento que se genere, sea tal que rebase las expectativas de cambio, como
sucedió en las elecciones a la Asamblea Nacional en el 2015. En este escenario
es claro que el gobierno pondrá todo su esfuerzo en elevar el nivel de
abstención y aumentar la desesperanza de la gente, sus principales aliados.
El escenario de
violencia no le conviene al gobierno, ni a la oposición y mucho menos al país.
Este produciría mayor división y odio entre venezolanos, además de generar
incertidumbre que al final acrecentarían la crisis a extremos impensables. En
el mejor de los casos, después de una interrupción violenta, acortar el tiempo
para reponer la democracia seria la principal prioridad política. ¿A quién le
conviene ese escenario y quien lo puede transitar? solo a sectores vinculados
al gobierno. Lavar el rostro del régimen sustituyendo sus desgastados líderes
por otros provenientes de su misma estirpe pudiera ser su opción “salvadora”.
Lamentablemente, en la situación depresiva en que se encuentra el país, no
sería descabellado que esos sectores si se llegara a consumar, capitalizaran el
descontento y se volvieran populares.
El dicho popular dice: la
esperanza es lo último que se pierde. En nuestro país hay que remover las
esperanzas y consistentemente apostar al cambio democrático, pacífico y
constitucional. En momentos en que los caminos que conducen a posibles salidas
se acortan, el camino más seguro para salir de la crisis seria apostar al
cambio democrático. Cierre del cerco.
*Docente universitario
(ljm1802@hotmail.com y @luisjosemart)
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