· Texto leído, la tarde-noche del miércoles 21 noviembre, en el Colegio de Abogados del Estado Sucre
Distinguidos amigos:
aprovecho la paciencia de ustedes para hacer en esta exposición una apretada
síntesis sobre la difícil lucha intelectual y material en el mundo Occidental
en defensa de la dignidad humana y de la individualidad única de cada hombre,
en contra de las arbitrariedades del poder y de las clases que lo detentan antiética
e inmoralmente; y contra la desinformación, la injusticia, el racismo, el
antisemitismo, chovinismo,
totalitarismo, desigualdad, exclusión,
dictaduras, autocracias, e intolerancias, disfrazadas de nacionalismo y
socialismo, de religión y de ideología; que abarca los últimos 500 años de la
historia de la humanidad, sustentada en los Ideales del Humanismo, de la Ética,
de la Educación y del Derecho.
Sabemos, por cierto, que algunos reconocimientos formales a la dignidad
humana se dieron hace unos 5.000 años en
normas de Derecho, aunque todavía no conocida esta disciplina con este
nombre, en lo que fue ámbito Sumerio y hoy es Irak.
Por esto y otras razones, convencido estoy
no hay lugar más adecuado que este Colegio de Profesionales para hablar acerca
del Humanismo, de las
incuestionables verdades que en torno a la dignidad,
libertad y excelencia del hombre, proclamadas por los humanistas antes y
durante el Renacimiento italiano, punto
de partida del Humanismo Moderno; y de los valores de la Democracia,
espacio ideológico, político, jurídico y social, de la libertad e igualdad
ciudadana, acogidos por nosotros desde la Constitución de 1812.
Pero, para entender cuál es el origen del Humanismo se nos imponen estas preguntas:
¿De dónde le viene al hombre ese mandato
que lo obliga a avanzar hacia vida justa por la vía del Humanismo? ¿Acaso
como afirmó Rousseau, que el hombre es bueno por naturaleza y que tenemos
una voz interior que es un sentido innato de la Justicia? ¿y que la Justicia no
es un valor sino un sentimiento humano?
Intentaré responder, sin pose petulante, diciendo
que por ser el hombre un producto
dialéctico de la naturaleza y de su propia historia, lleva en sí mismo las
contradicciones de lo que entendemos bueno y
malo, correcto e incorrecto, ante lo cual su propia condición le impone,
en uso de su libre albedrío, escoger entre distintas opciones que presenta la
vida, decidiendo –sobre todo en el caso del Humanismo- lo más conveniente y
justo a su aspiración de vivir en paz y relativamente feliz. Por lo cual, no dudo en afirmar que ese mandato proviene del instinto de
conservación individual y de la especie, reforzado y construido -por su
experiencia histórica- en norma, en la
Ley Ética, atributo de su propia naturaleza humana; parte indisoluble de ésta, imperativa a su vivir, que, según relato
bíblico, fue resultado de haber probado Adán y Eva el fruto del árbol de la
ciencia del bien y el mal que les permitió adquirir la libertad de conciencia, su mente volitiva y libre albedrío, y que
les costó ser expulsados del Paraíso; para que, desde aquel momento, el hombre
iniciara su posesión terrenal como un dios, pero, así mismo, haciéndose cada
vez más humano: aceptando su condición
humana y avanzar en su humanización,
la cual continuará hasta el fin de los tiempos. Condición tenida por ciertas
religiones prolongación del castigo a ese “pecado” original; pero por otras,
las Ciencias y el Humanismo, como predisposición ética inherente a su naturaleza
humana. Visiones, no obstante, que en esencia concurren a un mismo y único fin:
la perfectibilidad de la condición
humana.
Y en relación con las acciones humanas, Divina Comedia de Dante Aligheri, en sus versos a la puerta del Infierno, advierte,
que allí van a parar Le genti dolorose /c’hanno perduto il ben
delle intelleto; es decir, los
que han malgastado, u olvidado, su capacidad de discernimiento por no cumplir con
el ejercicio de la Ética. El Infierno es, pues, castigo para las almas de
aquellos que, por sinrazones siempre espurias, han utilizado esa capacidad de discernimiento
para el crimen, como Hitler y Stalin, Castro en Cuba y los que hoy detentan el
poder en Venezuela; los que dan a la ciencia y a la tecnología uso contrario al
beneficio del hombre y de la humanidad; y también, los que sin tener formación
adecuada ocupan deshonestamente cargos públicos culturales, sociales, políticos
y judiciales, y hacen de sus despachos
zocos de mercado. Evidente es que estos
individuos han perdido el bien del intelecto y, como soy devoto del Dante,
para mi beneplácito, seguro estoy que tienen ya reservado su lugar en el
infierno…
Pero en la vida terrenal las penas están
previstas por el Derecho; aplicadas
por los jueces en beneficio del hombre y de la sociedad, sin olvidar que,
justicia sin piedad es venganza, es deshumanización.
Y es por esta innata condición que los hombres hemos estado construyendo un
cuerpo de ideas e ideales que definen nuestra
perenne aspiración milenaria de alcanzar el
valor máximo de la Justicia, que es así mismo el objetivo y valor ulterior de
la Ciencia y de la práctica del Derecho, vía activa que lo identifica al Humanismo; calificativo, por cierto, utilizado
en la actualidad con engañosa e inculta ligereza, y evidente ignorancia, por
políticos de poca instrucción y burócratas de mediana formación escolar que
nos gobiernan.
De la comprensión de la naturaleza humana y
de la vida tomamos consciencia hace miles de años, hasta arribar al HUMANISMO MODERNO, que se sustenta en
la inalienable dignidad natural de la
persona humana, con sus poderes creativos, y su derecho incuestionable a
decidir lo que quiera hacer de su vida con
su experiencia vital; marco de reflexión natural e intelectual para
entender el porqué de existir y cuál el objeto de nuestra propia existencia;
porque el hombre es y será siempre, en
sí mismo, su máximo valor aspirando la perfectibilidad de la condición humana.
Porque la Ética consustancial con la
libertad volitiva natural humana o libre albedrío, es cualidad inseparable del Lenguaje y de la Educación,
medios que abordan y fijan los principios y valores imprescindibles para avanzar en nuestra
humanización.. E igualmente es, norma imperativa y categórica que
direcciona el comportamiento libre de la voluntad sin vulnerar la libertad del
otro. Porque la libertad sin respeto
al otro corrompe nuestras acciones.
De manera que se degradará la condición
humana cuando un hombre es sometido a servidumbre o a esclavitud; ya física o
mental, como sucede en los regímenes
políticos totalitarios o autocráticos que hacen de la Educación, no un medio para que el hombre alcance
estadios superiores de humanización,
sino un instrumento de dominio de su
voluntad para impedirles su libre albedrío, la expresión de su pensamiento
crítico a las acciones del poder, buscando convertirlos
en fanáticos, hipotecados al autócrata, perdiendo, de esta manera, el bien del intelecto. Tristes ejemplos
los hay muy cerca de nosotros.
Tanto
la Educación como su expresión retórica o arte de la persuasión, son medios
indispensables para el ejercicio y construcción del Humanismo. En Grecia
antigua un humanismo, aunque todavía no conocido con este nombre, se hizo
tradición en Occidente con la importantísima invención de la Paideia o Educación. Porque, no puede haber Humanismo sin Educación, para el aprendizaje y la formación en valores y virtudes como la Justicia,
la Verdad, la Bondad, la Amistad, la Solidaridad, etc..
Y en un avance cualitativo, los humanistas
modernos entienden que con Educación se
alcanza, especialmente, calidad del lenguaje, de la Retórica, a fin de lograr el desarrollo del potencial humano para
que el hombre se encumbra de su condición natural y descubra su humanitas, su humanidad, Asi, aquellas ideas conformaron el
pensamiento de los antiguos griegos,
creadores de la Filosofía, de la Historia y del Drama, que aproximadamente 600
años antes de Cristo, idearon y
practicaron un Humanismo Político para defender su condición de hombres
libres, creando la Democracia o
gobierno del pueblo, a la cual le es inherente e ineludible la práctica de la
verdadera Educación, para lo cual
inventaron la Retórica, moldear o
modelar la personalidad bajo el imperio de la libertad reconociendo la dignidad humana. Y en la actualidad
la Educación tiene como su fin más preciado la paz entre los ciudadanos y entre
las naciones.
Luego de más de mil
años, estas ideas fueron remozadas por los humanistas del Renacimiento, lo que
produjo un importantísimo cambio en la concepción de la Educación, como lo explica Jung
en su obra Los complejos y el
inconsciente, al señalar que por la crisis del poder –que en aquella época
residía en el papado-, cuestionado por la evolución espiritual y progresiva de
la libertad de conciencia, cuyo primer
síntoma fue la Reforma que quebrantó la
autoridad educativa, se inició el
proceso de demolición de la autoridad. La
inevitable consecuencia fue un aumento de la importancia del individuo, que se
ha expresado con la máxima fuerza en los ideales modernos de humanidad, de
bienestar social y de igualdad democrática.
No obstante origen tan antiguo de la aspiración
humanista, al Humanismo no se le
llegó a conocer con este nombre, sino cuando en 1808 el profesor alemán F.J. Niethammer lo calificó con este nombre..
Ahora bien, observando con personal
apreciación el proceso socio-histórico de la humanidad, en cuanto a la estimación que el hombre ha tenido de sí
mismo, de su vida, de su pensamiento y acción; de su interpretación de los
sucesos sociales y morales y cambios políticos y económicos; de sus ideales de Justicia y de las concepciones acerca de la Ética y
la Educación, podemos apreciar, que ha sido siempre la acción del Humanismo tendencia a ampliar el pensamiento, el
sentimiento y las creencias, proclamando
la necesidad de que ciertas ideas y
concepciones, en las cuales se han creído hasta ese momento, deben cambiar y
evolucionar por imperativo ético y cultural; dinámica dialéctica que inexorablemente se impone también al Derecho como producto histórico e imagen y
expresión normativa de las ideas e ideales del Humanismo.
El hombre naturalmente libre, es responsable
de todos sus actos No obstante, existen reconocidas excepciones a su responsabilidad previstas por la Ética, la Moral y el Derecho, actuaciones
que no condicen responsabilidad, y así prescribe el Código Civil en casos de consentimiento viciado y error excusable,
o cuando el consentimiento ha sido arrancado
con violencia física, mental, moral o política, tipificado delito penal en
todas las legislaciones del mundo. Ejemplos, son los “votos asistidos no
justificados” en elecciones, delitos de
lesa humanidad cometidos, contra el elector, contra el voto en particular y contra
la democracia en general, por quienes ya perdieron el bien del intelecto.
Porque hay que entender, que cuando se viola un derecho humano se nos está violando a todos los hombres, se
victimiza a la Humanidad, porque los Derechos Humanos no pueden reducirse a lo
particular, pues son atributos inalienables e irreductibles de la especie
humana…
Y es una verdad constante, que a los abogados
debe enorgullecernos, que, en todo el proceso histórico de la Humanidad, las ideas de Justicia, sean
éstas sociales, políticas, jurídicas, económicas, educativas, etc., proclamadas en una determinada época por el Humanismo, en bandos, obras filosóficas o doctrinarias,
décadas después necesariamente se hacen vigentes
en normas de Derecho, recogidas en Códigos, Constituciones, y demás
leyes.
En tal sentido, y solo a modo de comprensión
didáctica, señalaremos aquí siete
momentos o etapas significativas y definibles de la historia, en las que el
Humanismo se ha manifestado evolucionando el pensamiento y las acciones
humanas hacia más justas condiciones de vida; sin olvidar -como ya
indicamos- unas primeras manifestaciones en el Derecho Sumerio, en lo que hoy es Irak, aproximadamente 3.500
años a.C,, en él se sancionó la sustitución
de una justicia de clase, se reconoció la
libertad religiosa y el derecho
personal a la propiedad con criterio
individualista; una avanzada concepción
valorativa de la justicia, al prescribir el reemplazo de la ley del talión (o venganza) por multas y castigos
corporales; el reconocimiento de la
personalidad de la mujer independiente de la del marido, y del matrimonio como contrato que podía ser
disuelto por vía judicial. Lo que demuestra que, aquellos hombres lograron un
cierto acercamiento formal-legal a
algunos derechos de los hoy son tenidos por Derechos Humanos.
Creemos, entonces, que la primera etapa del
Humanismo
apareció aproximadamente 1.200 años a,C., en las reglas éticas y morales
ordenadas por la divinidad en el Decálogo, parusía de Yavhé-Dios a Moisés, Código o ley fundamental del pueblo hebreo;
de tanta trascendencia, que sus fundamentos éticos y morales están contenidos en todo Derecho del mundo occidental.
Una segunda etapa, cuando el poeta griego, Solón, 600
años a.C., inventa en ‘política
humanista’ la primera Constitución,
institución del Derecho, de primer
sistema democrático de la humanidad, para ordenar la polis, prescribir la igualdad ante la ley, elegir gobierno y
defender la condición de hombres libres de los griegos: humanismo cívico o político que se
haría Ciencia con Maquiavelo mil años después.
La tercera etapa del
Humanismo,
también en Grecia, cuando Sócrates
practica una visión filosófica enmarcada
en el acto ético, moral y político centrada
en el hombre, haciendo suya la famosa frase del oráculo de Delfos: Conócete
a ti mismo. Y con el ejercicio humanista de los Sofistas, maestros
profesionales que inventaron la Retórica o arte de la persuasión, coincidente con el
ejercicio democrático de aquella época, convirtiéndolo en el lenguaje de la Educación, del Derecho y de
la Política. Destacaron Gorgias,
protodefensor del derecho de la mujer con su defensa de Helena de Troya, y Protágoras, de quien aún hoy
repetimos, como acto de fe, su afirmación, fundamento del Humanismo, de que “el
hombre es la medida de todas las cosas”, que fue, es y será principio nuclear del Humanismo Moderno.
Como cuarta etapa (siglos I, II y III) La divulgación
de la doctrina de Jesucristo, basada en la igualdad natural de los hombres ante
Dios, y los valores éticos amor, solidaridad, caridad y perdón,
atributos propios del valor Justicia,
el cual Santo Tomás de Aquino, en el siglo XII, distinguirá en Justicia Conmutativa y Justicia
Distributiva.
Y de importancia capital fueron y son las siguientes dos etapas, conocidas
como Humanismo del Renacimiento y Humanismo
de la Ilustración, los cuales constituyen una unidad de ideas e ideales en
desarrollo y avance continuado, en sus aspiraciones y luchas para alcanzar cambios
cualitativos, personales y sociales, de la raza humana, durante los últimos
quinientos años.
Desde sus manifestaciones en el Renacimiento
durante los siglos XIV y XV, que dejaba atrás el pensamiento medieval, fue punto de partida del Humanismo de la Época Moderna.
Se consolidaban los Estados modernos y florecían sus idiomas nacionales. Surgía
a la par del naciente capitalismo mercantil, del auge de las ciudades libres y
de su cultura urbanística; de la Educación y del estudio del mundo antiguo y de
su cultura; habían dejado atrás el modelo de la vida contemplativa u
otiosa, la del religioso enclaustrado y
asumido el nuevo paradigma de vida activa o negotiosa, practicando ya el
Capitalismo. En este Humanismo se
juntaron tres vertientes culturales: la católica-romana; la ortodoxa griega; y
la árabe del sur a través de España.
El pensamiento de
los estudiosos se hizo liberal y crítico, centró su atención en el hombre y en su experiencia humana, en su potencialidad
creadora, en que la persona tiene un valor en sí misma y que es la fuente de
los demás valores. Se consolidó este
pensamiento en una clase laica educada que
asumió la valoración de la persona
individual, sacándola del anonimato
de la masa social, de las corporaciones y de los gremios, reconociendo identidad personificada que antes no tenía, y
dirigiendo su vida bajo su única responsabilidad. Se propusieron nuevas ideas y conceptos de Justicia, en especial la aspiración a alcanzar la libertad de
conciencia y la tolerancia religiosa, iniciando Lutero la época histórica de
la Reforma.
Verdadera revolución de ideas en la que se
dio el diálogo entre las ciencias y otras formas del conocimiento humano; se
creó la filosofía moral; se impulsó, portentosamente, la arquitectura con
Alberti. La libertad de creación volvió a imperar en las artes con Miguel
Angel, Rafael y Boticcelli, centrando sus obras en el desnudo artístico, como
había hecho el antiguo arte griego; y la literatura se magnificó con Dante,
Petrarca, Bocaccio, Ariosto y Tasso; y con Maquiavelo el humanismo político o
cívico; Guiccardini y Pico de la Mirandola declaraban como superiores los
valores de la libertad, la dignidad del hombre, la Ética y la Educación; y más
tarde Erasmo en su obra El elogio de la
locura impulsaría las ideas de un Humanismo Cristiano, en el que se educó
Cervantes para que de esa formación salieran por los caminos de La Mancha los
ideales de Don Quijote y Sancho Panza.
Fue ésta también época de revolución tecnológica con las invenciones del fusil, la brújula y la imprenta. Y
de cuestionamientos a obsoletas creencias geográficas; y con los aportes árabes
de brújula, astrolabio y sextante al arte de navegar y a las cartas de marear,
se ampliarían los límites de la tierra con Colón y su viaje de descubrimiento
del Nuevo Mundo el doce de octubre de mil cuatrocientos noventa y dos, que
cambiaría, aún más, el pensamiento y la mentalidad del hombre europeo; y
aceleraría la moderna visión y concepción del Humanismo en viajeros, historiadores, poetas y fabuladores. Así, Amerigo Vezpuche, humanista andariego del mar,
mientras en Sevilla recordaba y dibujaba los contornos de las costas del Nuevo
Mundo, al que se le daría su nombre, en Florencia -su patria-, el milagroso
pincel de Boticcelli reproducía, en el lienzo de las pinturas La Primavera y El
surgimiento de Venus, la deslumbrante belleza de su hermana Simonetta Vezpuche Luego, con Magallanes se abrieron nuevas
rutas a la rosa de los vientos.
Y el Humanismo, que ya había impregnado todo
el pensamiento y mentalidad europea, hizo plaza en las carabelas que viajaron a
América, donde se sembraría y, en su oportunidad, germinaría y se recogerían los magníficos
frutos de ‘el bien del intelecto’. Dato resaltante es, que en esta etapa se hicieron Derecho positivo algunas ideas
del pensamiento Humanista que nos tocaron directamente en la América española,
concretamente con las Leyes de Indias,
que reconocieron a los indios como súbditos libres de la Corona de Castilla;
limitaba a 8 horas sus labores diarias de trabajo; establecieron que el pago de
sus salarios debían ser justos; y protegían a mujeres y niños reduciendo sus
horas de trabajo.
A partir de la Reforma se sucedieron en los
siglos XVI y XVII cruentas guerras de religión, en la que campearon crímenes
horrendos llevados a cabo indistintamente por hugonotes y católicos; en esa aspiración por hacer ley general la
tolerancia que comporta igualdad religiosa y política reconocida por los
poderes eclesiástico y profano en toda Europa y América, continuaría
también su lucha en la etapa de la Ilustración, hasta el Concordato de 1801 entre Napoleón y la Santa Sede.
Y muchas de las
ideas del Humanismo renacentista se desarrollarán y madurarán en el contexto
ideológico e histórico del Humanismo de la Ilustración. Así, el atributo de libertad individual, o individualismo,
lo hará con el capitalismo mercantil hasta
su fase industrial, y dará en el Humanismo de la Ilustración, sustentación a
las doctrina política y económica
liberal clásica, principio
ideológico de las profundas transformaciones políticas y económicas que
se sucederán, a mediados del siglo XVII, a partir de la revolución democrática inglesa; a finales del XVIII en América con
la Independencia de los Estados Unidos
y el reconocimiento de la igualdad ante la ley, las libertades de conciencia, de culto, de
expresión, económica, jurídica y política de democracia como sistema de
gobierno alternativo, bajo el principio de soberanía popular y sufragios
igualitarios, provenientes del ideario humanista
tanto renacentista como de la Ilustración, en texto de Derecho Público de 1776, primera Constitución liberal, democrática y republicana del mundo, la cual influirá
y le servirá de modelo a la Revolución Francesa desde 1789, que demolió la
creencia del carácter divino de los reyes, y sustituyó al antiguo régimen; y,
así mismo, a principios del siglo XIX sería imitada por todos los países que se
emanciparon de España.
Esas ideas del
Humanismo del Renacimiento, divulgadas y reclamadas por el Humanismo de la
Ilustración, es de imprescindible estudio por los abogados, porque nos nutrieron en
filosofía y doctrina política que
sustentaron el ideario de nuestra independencia, y son fundamento del Derecho
Constitucional, del republicanismo y de la Democracia; con aquellos avances de
justas ideas en lo económico, político y en lo jurídico, por ejemplo: En
Inglaterra, donde los humanistas Lock (democrático) y Hobbes (monarquista)
coincidieron en que el Poder había tenido su origen en una pacto social,
ratificada esta concepción por Rousseau en El Contrato Social que reconocía el
concepto de Soberanía Popular, fundamento legítimo de todo gobierno
democrático, de toda ley y Derecho,
y así lo ratificó el Humanismo de la
Ilustración, con Voltaire en su lucha contra el poder real, el clericalismo
y a favor de la justicia, con Montesquieu y la separación de poderes para que
haya verdadera Democracia; con Rousseau el origen del poder en el Contrato
Social y con los Enciclopedistas en sus reclamaciones de libertades de pensamiento y expresión, como condiciones del progreso;
el derecho a cuestionar, a criticar, libre de amenaza e interferencias
arbitrarias del Poder. Siendo el máximo reclamo del Humanismo de la
Ilustración la tolerancia de libre
pensamiento y expresión fundamentalmente en la política y en su aspiración de
igualdad en el sistema democrático de gobierno. Se divulgaron nuevas ideas
filosóficas y científicas. Y de la experiencia
humana reconocida su importancia por el Humanismo del Renacimiento, va a surgir, y será una realidad aceptada
en la Ilustración desde Newton, el método experimental inductivo que daría un
cambio sustancial a la concepción de las Ciencias haciéndolas avanzar cualitativamente.. Y para
honra de los Abogados, en Inglaterra e Italia, consustanciados con las
ideas y valores del Humanismo de la Ilustración y de la Enciclopedia, los juristas Bentham, y el marqués de Beccaria con su obra Los delitos y las penas,
transformarían la Doctrina del Derecho,
con una avanzada visión humanística del Derecho Penal, oponiéndose a la tortura
inquisitiva y a las penas infamantes, lo cual constituyó un cambio radical,
sustantivo y adjetivo, de las ideas jurídicas y sociales. Ya Rousseau había
asumido la defensa de la niñez, y sentenciaba que la Justicia era un
sentimiento que provenía de un sentido innato humano.
Ya se había producido la primera revolución
industrial del Capitalismo con la máquina de vapor; y con Adam Smith y su obra
La Riqueza de las Naciones nacido la
Economía política como Ciencia; con El espíritu de las leyes de
Montesquieu la doctrina de separación de
poderes democráticos; Hume había afirmado que la única fuente de las creencias
todas y de los valores es la experiencia humana. Norteamérica, en 1776, había
conquistado la Independencia, sancionando de Derecho la primera Constitución
Democrática y Republicana de la época Moderna; y en 1789 en Francia tuvo lugar
la Revolución con el lema “Igualdad,
legalidad y fraternidad”, impulsando, en Europa y América, cambios
radicales en ideas, principios, normas e instituciones de la Política,
aboliendo el antiguo régimen sustituyéndolo por la República ciudadana; y del Derecho, poniendo en vigencia y
aplicación normas del Liberalismo clásico, con su consigna “Laisser faire, laisee passer”. Además, consagraría los “derechos del hombre y del ciudadano” acercándonos más a lo que hoy conocemos como Derechos
Humanos.
Y es historia, que en 1779, por puro azar, llegó
por Cumaná a Venezuela uno de los sabios humanistas más ilustre de esta etapa,
el barón Alejandro de Humboldt.
Esta etapa del humanismo se
prolongaría hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX. que incluye el
desarrollo intelectual y las luchas de
las ideas socialistas (de los utópicos y socialistas democráticos) contra
la voracidad inhumana de la ideología y práctica del Liberalismo Clásico
manifestado en ejercicio de un Capitalismo sin contención ética, moral ni
social, hasta las conquistas de una
Democracia Parlamentaria a finales del siglo XIX a la que tuvieron acceso
diputados de la clase trabajadora e ideología socialista, formados bajo una
cierta igualdad conquistada por el arribo
a la Educación; y se produjeron creación de mutuales de protección de
trabajadores y de organizaciones
sindicales, en base al principio de
solidaridad humanista, hasta la primera Ley de Seguridad Social sancionada en
Alemania..
Luego, a
partir de 1914, se dará una oscura época de negación del Humanismo, del Derecho y de la Educación, que incluyó los
colonialismos europeo, norteamericano y nipón y la Primera Guerra Mundial; ideologías
fascistas-militaristas en el poder en Italia, Alemania, España y Japón, e
instalación del poder del fascismo comunista en Rusia; y la Segunda Guerra
Mundial hasta su término en 1945: aunque en América la revolución rural
mexicana de 1917 abrió una vía a la justicia social y a la democracia. En
Venezuela, luego de la dictadura gomezista, la primeras manifestaciones del
Derecho Humanista, las tuvimos en la Ley
del Trabajo de 1936, en el Código
Civil de 1942, luego, en la Constitución
de 1947; y hoy la legislación
ambiental.
La séptima etapa del
Humanismo,
se inició con el reconocimiento y sanción de los Derechos Humanos después de la Segunda Guerra Mundial, en mil
novecientos cuarenta y ocho (1948),
en el foro de la Organización de las
Naciones Unidas, hoy parte del DERECHO
UNIVERSAL; aunque somos de opinión que ya el proceso del Humanismo
integrado por el renacentista y de la Ilustración había cesado con la aparición
de la bomba atómica en 1945.
Siendo verdad histórica incuestionable, que las
conquistas éticas de que hoy gozan el hombre y las sociedades democráticas,
proporcionándoles un estado de seguridad moral, jurídica y política, han sido
el resultado de la denodada lucha educativa, política y jurídica, de las ideas
y pensamientos humanistas iniciadas durante el siglo XIII y XIV y precisados
por el Humanismo desde la época del
Renacimiento italiano, perseverando en la defensa de la libertad natural del hombre y de su dignidad, como derechos
inalienables e imprescriptibles de su condición ética; del Humanismo de la Ilustración; y del Humanismo de comienzos de siglo XX manifestado en Los juicios de
Nuremberg a los nazis y sus colaboradores, responsables de crímenes de guerra y
del Holocausto judío, cuyas sentencias enriquecieron la doctrina y jurisprudencia
del Derecho Penal Internacional; y en la Declaración, en 1948, de los Derechos
Humanos en la ONU, y hoy se continúa la lucha contra los regímenes comunistas y
teocráticos; se combate al narcotráfico y al terrorismo representado por
asociaciones seudopolíticas y confesionales como “Isis” o “Estado Islámico”,
que no solo niegan y violan derechos
humanos sino que son la negación del Humanismo; lucha que tenemos el deber de asumir y continuar con
valentía en favor de todos los hombres, contra autócratas y dictadores
militares y civiles y sus cómplices, e
igualmente contra voraces corporaciones capitalistas y perros de la guerra. que
depredan a débiles sociedades y naciones, incitan a la guerra y provocan
genocidios y otras atrocidades infamantes, causando tsunamis de desplazados,
hambre y enfermedades difíciles de controlar en el mundo de hoy globalizado.
Y debo terminar señalando,
que el Humanismo desde su
empoderamiento en el Renacimiento, ha
demostrado su incontrovertible fuerza espiritual, intelectual, ética y moral,
sin decaer, sobreponiéndose y avanzando universalmente, en combate ético, moral y educativo, imponiendo los valores de la libertad, igualdad, tolerancia política,
social, religiosa, contra crímenes de asesinatos en masa y genocidios, contra
los crímenes y apartéis sociales y económicos, surgidos de la aplicación de un capitalismo liberal-clásico entre los siglos XVIII y XIX hasta el ascenso
político y social de la democracia parlamentaria; contra crímenes de los imperialismos
y su consecuencia la Primera Guerra Mundial y el genocidio del pueblo armenio
por el imperio turco; contra la perversa ideología fascista, en sus vertientes
nazi y comunista, con crímenes y genocidios de Hitler y Stalin, y la Segunda
Guerra Mundial. Y a partir de 1948 contra guerras fratricidas focales y luchas
por el poder en países descolonizados donde suceden crímenes y genocidios
contra pueblos y etnias locales. Y hoy
contra el calentamiento global que amenaza de extinción no solo a la especie
humana, sino a todas las demás especies de seres vivos que habitan nuestro
planeta, cuya defensa mundial se ha evidenciado, en sendos Acuerdos suscritos
en los dos últimos Congresos en Defensa del Medio Ambiente realizados en París
y Bonn, en los que la mayoría de los Estados del planeta se comprometieron a
reducir las emisiones de gases causantes del efecto invernadero en la capa de
ozono,
Y hoy existe lo que tal vez sea el peor
enemigo del Humanismo: la desinformación,
que niega la verdad en todas sus manifestaciones y pervierte la libertad de
expresión.
Pero, a pesar de todo ello, el triunfo de los ideales humanistas hoy se
enseñorea realidad universal en la vigencia de los Derechos Humanos, en su protección y defensa jurídica en la
mayoría de las Constituciones del mundo, y en las jurisdicciones de Tribunales
internacionales. Prueba de ello, son: la “Declaración
Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas” y la “Carta Democrática Interamericana”
estableciendo el derecho humano de los
pueblos a vivir en Democracia y que “los
Derechos Humanos son esenciales a la Democracia, especialmente el Derecho a la
Educación”; y en esos Acuerdos actuales de Congresos mundiales en defensa del medio ambiente y de nuestro planeta.
Y es deber de ética personal y de, moral
social, y de responsabilidad jurídica del hombre, seguir avanzando en ser cada
vez más humanos enriqueciendo las ideas e ideales del Humanismo y, en consecuencia, humanizar aún más al
Derecho; porque es una verdad histórica incontrovertible: que el triunfo de las
ideas humanistas se imponen y hacen vida social activa, cuando convergen en el
Derecho, en Tratados Internacionales, Constituciones y Leyes, como es la
realidad de la vigencia universal de los DERECHOS HUMANOS.
¡Señores!
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