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lunes, 11 de diciembre de 2017

UNA VISIÓN HUMANISTA DEL HUMANISMO Y EL DERECHO Jesús Torres Rivero

·      Texto leído, la tarde-noche del miércoles 21 noviembre, en el Colegio de Abogados del Estado Sucre

   Distinguidos amigos: aprovecho la paciencia de ustedes para hacer en esta exposición una apretada síntesis sobre la difícil lucha intelectual y material en el mundo Occidental en defensa de la dignidad humana y de la individualidad única de cada hombre, en contra de las arbitrariedades del poder y de las clases que lo detentan antiética e inmoralmente; y contra la desinformación, la injusticia, el racismo, el antisemitismo, chovinismo,  totalitarismo, desigualdad, exclusión,  dictaduras, autocracias, e intolerancias, disfrazadas de nacionalismo y socialismo, de religión y de ideología; que abarca los últimos 500 años de la historia de la humanidad, sustentada en los Ideales del Humanismo, de la Ética, de la Educación y del Derecho.
   Sabemos, por cierto, que algunos reconocimientos formales a la dignidad humana se dieron hace unos 5.000 años en normas de Derecho, aunque todavía no conocida esta disciplina con este nombre, en lo que fue ámbito Sumerio y hoy es Irak.
   Por esto y otras razones, convencido estoy no hay lugar más adecuado que este Colegio de Profesionales para hablar acerca del Humanismo, de las incuestionables verdades que en torno a la dignidad, libertad y excelencia del hombre, proclamadas por los humanistas   antes y durante el Renacimiento italiano, punto de partida del Humanismo Moderno; y de los valores de la Democracia, espacio ideológico, político, jurídico y social, de la libertad e igualdad ciudadana, acogidos por nosotros desde la Constitución de 1812.

   Pero, para entender cuál es el origen del  Humanismo se nos imponen estas preguntas: ¿De dónde le viene al hombre ese mandato que lo obliga a avanzar hacia vida justa por la vía del Humanismo? ¿Acaso como afirmó Rousseau, que el  hombre es bueno por naturaleza y que tenemos una voz interior que es un sentido innato de la Justicia? ¿y que la Justicia no es un valor sino un sentimiento humano?
   Intentaré responder, sin pose petulante, diciendo que por ser el hombre un producto dialéctico de la naturaleza y de su propia historia, lleva en sí mismo las contradicciones de lo que entendemos bueno y  malo, correcto e incorrecto, ante lo cual su propia condición le impone, en uso de su libre albedrío, escoger entre distintas opciones que presenta la vida, decidiendo –sobre todo en el caso del Humanismo- lo más conveniente y justo a su aspiración de vivir en paz y relativamente feliz.  Por lo cual, no dudo en afirmar que ese mandato proviene del instinto de conservación individual y de la especie, reforzado y construido -por su experiencia histórica- en norma, en la Ley Ética, atributo de su propia naturaleza humana; parte indisoluble de ésta, imperativa a su vivir, que, según relato bíblico, fue resultado de haber probado Adán y Eva el fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal que les permitió adquirir la libertad de conciencia, su mente volitiva y libre albedrío, y que les costó ser expulsados del Paraíso; para que, desde aquel momento, el hombre iniciara su posesión terrenal como un dios, pero, así mismo, haciéndose cada vez más humano: aceptando su condición humana y avanzar en su humanización, la cual continuará hasta el fin de los tiempos. Condición tenida por ciertas religiones prolongación del castigo a ese “pecado” original; pero por otras, las Ciencias y el Humanismo, como  predisposición ética inherente a su naturaleza humana. Visiones, no obstante, que en esencia concurren a un mismo y único fin: la perfectibilidad de la condición humana.
   Y en relación con las acciones humanas, Divina Comedia de Dante Aligheri, en sus versos a la puerta del Infierno, advierte, que allí van a parar Le genti dolorose /c’hanno perduto il ben delle intelleto; es decir, los que han malgastado, u olvidado, su capacidad de discernimiento por no cumplir con el ejercicio de la Ética. El Infierno es, pues, castigo para las almas de aquellos que, por sinrazones siempre espurias, han utilizado esa capacidad de discernimiento para el crimen, como Hitler y Stalin, Castro en Cuba y los que hoy detentan el poder en Venezuela; los que dan a la ciencia y a la tecnología uso contrario al beneficio del hombre y de la humanidad; y también, los que sin tener formación adecuada ocupan deshonestamente cargos públicos culturales, sociales, políticos y judiciales, y hacen de sus despachos zocos de mercado. Evidente es que estos individuos han perdido el bien del intelecto y, como soy devoto del Dante, para mi beneplácito, seguro estoy que tienen ya reservado su lugar en el infierno…
   Pero en la vida terrenal las penas están previstas por el Derecho; aplicadas por los jueces en beneficio del hombre y de la sociedad, sin olvidar que, justicia sin piedad es venganza, es deshumanización. 
   Y es por esta innata condición que los hombres hemos estado construyendo un cuerpo de  ideas e ideales que definen nuestra perenne aspiración milenaria de alcanzar el valor máximo de la Justicia, que es así mismo el objetivo y valor ulterior de la Ciencia y de la práctica del Derecho, vía activa que lo identifica al Humanismo; calificativo, por cierto, utilizado en la actualidad con engañosa e inculta ligereza, y evidente ignorancia, por políticos de poca instrucción y burócratas de mediana formación escolar que nos  gobiernan.
   De la comprensión de la naturaleza humana y de la vida tomamos consciencia hace miles de años, hasta arribar al HUMANISMO MODERNO, que se sustenta en la inalienable dignidad natural de la persona humana, con sus poderes creativos, y su derecho incuestionable a decidir lo que quiera hacer de su vida con su experiencia vital; marco de reflexión natural e intelectual para entender el porqué de existir y cuál el objeto de nuestra propia existencia; porque el hombre es y será siempre, en sí mismo, su máximo valor aspirando la perfectibilidad de la condición humana.
   Porque la Ética consustancial con la libertad volitiva natural humana o libre albedrío, es cualidad inseparable del Lenguaje y de la Educación, medios que abordan y fijan los principios y valores  imprescindibles para avanzar en nuestra humanización.. E igualmente es, norma imperativa y categórica que direcciona el comportamiento libre de la voluntad sin vulnerar la libertad del otro. Porque la libertad  sin respeto al otro corrompe nuestras acciones.
   De manera que se degradará la condición humana cuando un hombre es sometido a servidumbre o a esclavitud; ya física o mental, como sucede en los regímenes políticos totalitarios o autocráticos que hacen de la Educación, no un medio para que el hombre alcance estadios superiores de  humanización, sino un instrumento de dominio de su voluntad para impedirles su libre albedrío, la expresión de su pensamiento crítico a las acciones del poder, buscando convertirlos en fanáticos, hipotecados al autócrata, perdiendo, de esta manera, el bien del intelecto. Tristes ejemplos los hay muy cerca de nosotros.
   Tanto la Educación como su expresión retórica o arte de la persuasión, son medios indispensables para el ejercicio y construcción del Humanismo. En Grecia antigua un humanismo, aunque todavía no conocido con este nombre, se hizo tradición en Occidente con la importantísima invención de la Paideia o Educación. Porque, no puede haber Humanismo sin Educación, para el aprendizaje y la formación en valores y virtudes como la Justicia, la Verdad, la Bondad, la Amistad, la Solidaridad, etc..
   Y en un avance cualitativo, los humanistas modernos entienden que con Educación se alcanza, especialmente, calidad del lenguaje, de la Retórica, a fin de  lograr el desarrollo del potencial humano para que el hombre se encumbra de su condición natural y descubra su humanitas, su humanidad, Asi, aquellas ideas conformaron el pensamiento de los antiguos griegos, creadores de la Filosofía, de la Historia y del Drama, que aproximadamente 600 años antes de Cristo, idearon y practicaron un Humanismo Político para defender su condición de hombres libres, creando la Democracia o gobierno del pueblo, a la cual le es  inherente e ineludible la práctica de la verdadera Educación, para lo cual inventaron la Retórica, moldear o modelar la personalidad bajo el imperio de la libertad  reconociendo la dignidad humana. Y en la actualidad la Educación tiene como su fin más preciado la paz entre los ciudadanos y entre las naciones.
   Luego de más de mil años, estas ideas fueron remozadas por los humanistas del Renacimiento, lo que produjo un importantísimo cambio en la concepción de la Educación, como lo explica Jung  en su obra Los complejos y el inconsciente, al señalar que por  la crisis del poder –que en aquella época residía en el papado-, cuestionado por la evolución espiritual y progresiva de la libertad de conciencia, cuyo primer síntoma fue la Reforma que quebrantó la autoridad educativa,  se inició el proceso de demolición de la autoridad. La inevitable consecuencia fue un aumento de la importancia del individuo, que se ha expresado con la máxima fuerza en los ideales modernos de humanidad, de bienestar social y de igualdad democrática.
   No obstante origen tan antiguo de la aspiración humanista, al Humanismo no se le llegó a conocer con este nombre, sino cuando en 1808 el profesor alemán F.J. Niethammer lo calificó con este nombre..
   Ahora bien, observando con personal apreciación el proceso socio-histórico de la humanidad, en cuanto a la estimación que el hombre ha tenido de sí mismo, de su vida, de su pensamiento y acción; de su interpretación de los sucesos sociales y morales y cambios políticos y económicos; de sus ideales de Justicia y de las concepciones acerca de la Ética y la Educación, podemos apreciar, que ha sido siempre la acción del Humanismo tendencia a ampliar el pensamiento, el sentimiento y las creencias, proclamando la necesidad de que ciertas ideas y concepciones, en las cuales se han creído hasta ese momento, deben cambiar y evolucionar por imperativo ético y cultural; dinámica dialéctica que inexorablemente se impone también al Derecho como producto histórico e imagen y expresión normativa de las ideas e ideales del Humanismo.
   El hombre naturalmente libre, es responsable de todos sus actos No obstante, existen reconocidas excepciones a su responsabilidad previstas por la Ética, la Moral y el Derecho, actuaciones que no condicen responsabilidad, y así prescribe el Código Civil en casos de consentimiento viciado y error excusable, o cuando el  consentimiento ha sido arrancado con violencia física, mental, moral o política, tipificado delito penal en todas las legislaciones del mundo. Ejemplos, son los “votos asistidos no justificados” en elecciones, delitos de lesa humanidad cometidos, contra el elector, contra el voto en particular y contra la democracia en general, por quienes ya perdieron el bien del intelecto.
Porque hay que entender, que cuando se viola un derecho humano se nos está violando a todos los hombres, se victimiza a la Humanidad, porque los Derechos Humanos no pueden reducirse a lo particular, pues son atributos inalienables e irreductibles de la especie humana…
   Y es una verdad constante, que a los abogados debe enorgullecernos, que, en todo el proceso histórico de la Humanidad, las ideas de Justicia, sean éstas sociales, políticas, jurídicas, económicas, educativas, etc., proclamadas en una determinada  época  por el Humanismo,  en bandos, obras filosóficas o doctrinarias, décadas después necesariamente se hacen vigentes en normas de Derecho, recogidas en Códigos, Constituciones, y demás leyes.

   En tal sentido, y solo a modo de comprensión didáctica, señalaremos aquí siete momentos o etapas significativas y definibles de la historia, en las que el Humanismo se ha manifestado evolucionando el pensamiento y las acciones humanas hacia más justas condiciones de vida; sin olvidar -como ya indicamos- unas primeras manifestaciones en el Derecho Sumerio, en lo que hoy es Irak, aproximadamente 3.500 años a.C,, en él se sancionó la sustitución de una justicia de clase, se reconoció la libertad religiosa y el derecho personal a la propiedad con criterio individualista; una avanzada concepción valorativa de la justicia, al prescribir el reemplazo de la ley del talión (o venganza) por multas y castigos corporales; el reconocimiento de la personalidad de la mujer independiente de la del marido, y del matrimonio como contrato que podía ser disuelto por vía judicial. Lo que demuestra que, aquellos hombres lograron un cierto acercamiento formal-legal a algunos derechos de los hoy son tenidos por Derechos Humanos.
   Creemos, entonces, que la primera etapa del Humanismo apareció aproximadamente 1.200 años a,C., en las reglas éticas y morales ordenadas por la divinidad en el Decálogo, parusía de Yavhé-Dios a Moisés, Código o ley fundamental del pueblo hebreo; de tanta trascendencia, que sus fundamentos éticos y morales están contenidos en todo Derecho del mundo occidental.
   Una segunda etapa, cuando el poeta griego, Solón, 600 años a.C., inventa en ‘política humanista’ la primera Constitución, institución del Derecho, de primer sistema democrático de la humanidad, para ordenar la polis, prescribir la igualdad ante la ley, elegir gobierno y defender la condición de hombres libres de los griegos: humanismo cívico o político que se haría Ciencia con Maquiavelo mil años después.
   La tercera etapa del Humanismo, también en Grecia, cuando Sócrates practica una visión filosófica enmarcada en el acto ético, moral y político centrada en el hombre, haciendo suya la famosa frase del oráculo de Delfos: Conócete a ti mismo. Y con el ejercicio humanista de los Sofistas, maestros profesionales que  inventaron la Retórica o arte de la persuasión, coincidente con el ejercicio democrático de aquella época, convirtiéndolo en el lenguaje de la Educación, del Derecho y de la Política. Destacaron Gorgias, protodefensor del derecho de la mujer con su defensa de Helena de Troya, y Protágoras, de quien aún hoy repetimos, como acto de fe, su afirmación, fundamento del Humanismo, de que “el hombre es la medida de todas las cosas”, que fue, es y será principio nuclear del Humanismo Moderno.
   Como cuarta etapa (siglos I, II y III) La divulgación de la doctrina de Jesucristo, basada en la igualdad natural de los hombres ante Dios, y los valores éticos amor, solidaridad, caridad y perdón, atributos propios del valor Justicia, el cual Santo Tomás de Aquino, en el siglo XII, distinguirá en Justicia Conmutativa y Justicia Distributiva.
   Y de importancia capital fueron y son las siguientes dos etapas, conocidas como  Humanismo del Renacimiento y Humanismo de la Ilustración, los cuales constituyen una unidad de ideas e ideales en desarrollo y avance continuado, en sus aspiraciones y luchas para alcanzar cambios cualitativos, personales y sociales, de la raza humana, durante los últimos quinientos años.
   Desde sus manifestaciones en el Renacimiento durante los siglos XIV y XV, que dejaba atrás el pensamiento medieval, fue punto de partida del Humanismo de la Época Moderna. Se consolidaban los Estados modernos y florecían sus idiomas nacionales. Surgía a la par del naciente capitalismo mercantil, del auge de las ciudades libres y de su cultura urbanística; de la Educación y del estudio del mundo antiguo y de su cultura; habían dejado atrás el modelo de la vida contemplativa u otiosa,  la del religioso enclaustrado y asumido el nuevo paradigma de vida activa o negotiosa, practicando ya el Capitalismo. En este Humanismo se juntaron tres vertientes culturales: la católica-romana; la ortodoxa griega; y la árabe del sur a través de España.
   El pensamiento de los estudiosos se hizo liberal y crítico, centró su atención en el hombre y en su experiencia humana, en su potencialidad creadora, en que la persona tiene un valor en sí misma y que es la fuente de los demás valores.  Se consolidó este pensamiento en una clase laica educada que asumió la valoración de la persona individual, sacándola del anonimato  de la masa social, de las corporaciones y de los gremios, reconociendo identidad  personificada que antes no tenía, y dirigiendo su vida bajo su única responsabilidad.  Se propusieron nuevas ideas y conceptos de Justicia, en especial la aspiración a alcanzar la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa, iniciando Lutero la época histórica de la Reforma.
   Verdadera revolución de ideas en la que se dio el diálogo entre las ciencias y otras formas del conocimiento humano; se creó la filosofía moral; se impulsó, portentosamente, la arquitectura con Alberti.  La libertad de creación volvió a imperar en las artes con Miguel Angel, Rafael y Boticcelli, centrando sus obras en el desnudo artístico, como había hecho el antiguo arte griego; y la literatura se magnificó con Dante, Petrarca, Bocaccio, Ariosto y Tasso; y con Maquiavelo el humanismo político o cívico; Guiccardini y Pico de la Mirandola declaraban como superiores los valores de la libertad, la dignidad del hombre, la Ética y la Educación; y más tarde Erasmo en su obra El elogio de la locura impulsaría las ideas de un Humanismo Cristiano, en el que se educó Cervantes para que de esa formación salieran por los caminos de La Mancha los ideales de Don Quijote y Sancho Panza.
   Fue ésta también época de revolución tecnológica con las invenciones del fusil, la brújula y la imprenta. Y de cuestionamientos a obsoletas creencias geográficas; y con los aportes árabes de brújula, astrolabio y sextante al arte de navegar y a las cartas de marear, se ampliarían los límites de la tierra con Colón y su viaje de descubrimiento del Nuevo Mundo el doce de octubre de mil cuatrocientos noventa y dos, que cambiaría, aún más, el pensamiento y la mentalidad del hombre europeo; y aceleraría la moderna visión y concepción del Humanismo en viajeros, historiadores, poetas y fabuladores. Así,  Amerigo Vezpuche, humanista andariego del mar, mientras en Sevilla recordaba y dibujaba los contornos de las costas del Nuevo Mundo, al que se le daría su nombre, en Florencia -su patria-, el milagroso pincel de Boticcelli reproducía, en el lienzo de las pinturas La Primavera y El surgimiento de Venus, la deslumbrante belleza de su hermana Simonetta Vezpuche       Luego, con Magallanes se abrieron nuevas rutas a la rosa de los vientos.
   Y el Humanismo, que ya había impregnado todo el pensamiento y mentalidad europea, hizo plaza en las carabelas que viajaron a América, donde se sembraría y, en su oportunidad,  germinaría y se recogerían los magníficos frutos de ‘el bien del intelecto’. Dato resaltante es, que en esta etapa se hicieron Derecho positivo algunas ideas del pensamiento Humanista que nos tocaron directamente en la América española, concretamente con las Leyes de Indias, que reconocieron a los indios como súbditos libres de la Corona de Castilla; limitaba a 8 horas sus labores diarias de trabajo; establecieron que el pago de sus salarios debían ser justos; y protegían a mujeres y niños reduciendo sus horas de trabajo.
   A partir de la Reforma se sucedieron en los siglos XVI y XVII cruentas guerras de religión, en la que campearon crímenes horrendos llevados a cabo indistintamente por hugonotes y católicos; en esa aspiración por hacer ley general la tolerancia que comporta igualdad religiosa y política reconocida por los poderes eclesiástico y profano en toda Europa y América, continuaría también su lucha en la etapa de la Ilustración, hasta el Concordato de 1801 entre Napoleón y la Santa Sede. 
   Y muchas de las ideas del Humanismo renacentista se desarrollarán y madurarán en el contexto ideológico e histórico del Humanismo de la Ilustración. Así, el atributo de libertad individual, o individualismo, lo hará con el capitalismo mercantil  hasta su fase industrial, y dará en el Humanismo de la Ilustración, sustentación a las doctrina política y económica liberal clásica, principio  ideológico de las profundas transformaciones políticas y económicas que se sucederán, a mediados del siglo XVII, a partir de la revolución democrática inglesa; a finales del XVIII en América con la Independencia de los Estados Unidos y el reconocimiento de la igualdad ante la ley,  las libertades de conciencia, de culto, de expresión, económica, jurídica y política de democracia como sistema de gobierno alternativo, bajo el principio de soberanía popular y sufragios igualitarios, provenientes del ideario humanista tanto renacentista como de la Ilustración, en texto de Derecho Público de 1776, primera Constitución liberal, democrática y republicana del mundo, la cual influirá y le servirá de modelo a la Revolución Francesa desde 1789, que demolió la creencia del carácter divino de los reyes, y sustituyó al antiguo régimen; y, así mismo, a principios del siglo XIX sería imitada por todos los países que se emanciparon de España. 
   Esas ideas del Humanismo del Renacimiento, divulgadas y reclamadas por el Humanismo de la Ilustración, es de imprescindible estudio por los abogados, porque nos nutrieron en filosofía y  doctrina política que sustentaron el ideario de nuestra independencia, y son fundamento del Derecho Constitucional, del republicanismo y de la Democracia; con aquellos avances de justas ideas en lo económico, político y en lo jurídico, por ejemplo: En Inglaterra, donde los humanistas Lock (democrático) y Hobbes (monarquista) coincidieron en que el Poder había tenido su origen en una pacto social, ratificada esta concepción por Rousseau en El Contrato Social que reconocía el concepto de Soberanía Popular, fundamento legítimo de todo gobierno democrático, de toda ley y Derecho, y así lo ratificó el Humanismo de la Ilustración, con Voltaire en su lucha contra el poder real, el clericalismo y a favor de la justicia, con Montesquieu y la separación de poderes para que haya verdadera Democracia; con Rousseau el origen del poder en el Contrato Social y con los Enciclopedistas en sus reclamaciones de libertades de pensamiento y expresión, como condiciones del progreso; el derecho a cuestionar, a criticar, libre de amenaza e interferencias arbitrarias del Poder. Siendo el máximo reclamo del Humanismo de la Ilustración la tolerancia de libre pensamiento y expresión fundamentalmente en la política y en su aspiración de igualdad en el sistema democrático de gobierno. Se divulgaron nuevas ideas filosóficas y científicas. Y de la experiencia humana reconocida su importancia por el Humanismo del Renacimiento, va a surgir, y será una realidad aceptada en la Ilustración desde Newton, el método experimental inductivo que daría un cambio sustancial a la concepción de las Ciencias  haciéndolas avanzar cualitativamente..  Y para honra de los Abogados, en Inglaterra e Italia, consustanciados con las ideas y valores del Humanismo de la Ilustración y de la Enciclopedia, los juristas Bentham, y el marqués de Beccaria con su obra Los delitos y las penas, transformarían  la Doctrina del Derecho, con una avanzada visión humanística del Derecho Penal, oponiéndose a la tortura inquisitiva y a las penas infamantes, lo cual constituyó un cambio radical, sustantivo y adjetivo, de las ideas jurídicas y sociales. Ya Rousseau había asumido la defensa de la niñez, y sentenciaba que la Justicia era un sentimiento que provenía de un sentido innato humano.
   Ya se había producido la primera revolución industrial del Capitalismo con la máquina de vapor; y con Adam Smith y su obra La Riqueza de las Naciones  nacido la Economía política como Ciencia; con El espíritu de las leyes de Montesquieu  la doctrina de separación de poderes democráticos; Hume había afirmado que la única fuente de las creencias todas y de los valores es la experiencia humana. Norteamérica, en 1776, había conquistado la Independencia, sancionando de Derecho la primera Constitución Democrática y Republicana de la época Moderna; y en 1789 en Francia tuvo lugar la Revolución con el lema “Igualdad, legalidad y fraternidad”, impulsando, en Europa y América, cambios radicales en ideas, principios, normas e instituciones de la Política, aboliendo el antiguo régimen sustituyéndolo por la República ciudadana; y del Derecho, poniendo en vigencia y aplicación normas del Liberalismo clásico, con su consigna “Laisser faire, laisee passer”. Además, consagraría los “derechos del hombre y del ciudadano”  acercándonos más a lo que hoy conocemos como Derechos Humanos.   
   Y es historia, que en 1779, por puro azar, llegó por Cumaná a Venezuela uno de los sabios humanistas más ilustre de esta etapa, el barón Alejandro de Humboldt.
Esta etapa del humanismo se prolongaría hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX. que incluye el desarrollo intelectual y las luchas de las ideas socialistas (de los utópicos y socialistas democráticos) contra la voracidad inhumana de la ideología y práctica del Liberalismo Clásico manifestado en ejercicio de un Capitalismo sin contención ética, moral ni social, hasta las conquistas de una Democracia Parlamentaria a finales del siglo XIX a la que tuvieron acceso diputados de la clase trabajadora e ideología socialista, formados bajo una cierta igualdad conquistada por el arribo a la Educación; y se produjeron creación de mutuales de protección de trabajadores y de organizaciones sindicales, en base al principio de solidaridad humanista, hasta la primera Ley de Seguridad Social sancionada en Alemania..
   Luego, a partir de 1914, se dará una oscura época de negación del Humanismo, del Derecho y de la Educación, que incluyó los colonialismos europeo, norteamericano y nipón y la Primera Guerra Mundial; ideologías fascistas-militaristas en el poder en Italia, Alemania, España y Japón, e instalación del poder del fascismo comunista en Rusia; y la Segunda Guerra Mundial hasta su término en 1945: aunque en América la revolución rural mexicana de 1917 abrió una vía a la justicia social y a la democracia. En Venezuela, luego de la dictadura gomezista, la primeras manifestaciones del Derecho Humanista, las tuvimos en la Ley del Trabajo de 1936, en el Código Civil de 1942, luego, en la Constitución de 1947; y hoy la legislación ambiental.  
  La séptima etapa del Humanismo, se inició con el reconocimiento y sanción de los Derechos Humanos después de la Segunda Guerra Mundial, en mil novecientos cuarenta y ocho (1948), en el foro de la Organización de las Naciones Unidas, hoy parte del DERECHO UNIVERSAL; aunque somos de opinión que ya el proceso del Humanismo integrado por el renacentista y de la Ilustración había cesado con la aparición de la bomba atómica en 1945.
   Siendo verdad histórica incuestionable, que las conquistas éticas de que hoy gozan el hombre y las sociedades democráticas, proporcionándoles un estado de seguridad moral, jurídica y política, han sido el resultado de la denodada lucha educativa, política y jurídica, de las ideas y pensamientos humanistas iniciadas durante el siglo XIII y XIV y precisados por el Humanismo desde la época del Renacimiento italiano, perseverando en la defensa de la libertad natural del hombre y de su dignidad, como derechos inalienables e imprescriptibles de su condición ética; del Humanismo de la Ilustración; y del Humanismo de comienzos de siglo XX manifestado en Los juicios de Nuremberg a los nazis y sus colaboradores, responsables de crímenes de guerra y del Holocausto judío, cuyas sentencias enriquecieron la doctrina y jurisprudencia del Derecho Penal Internacional; y en la Declaración, en 1948, de los Derechos Humanos en la ONU, y hoy se continúa la lucha contra los regímenes comunistas y teocráticos; se combate al narcotráfico y al terrorismo representado por asociaciones seudopolíticas y confesionales como “Isis” o “Estado Islámico”, que no solo niegan y violan  derechos humanos sino que son la negación del Humanismo; lucha que  tenemos el deber de asumir y continuar con valentía en favor de todos los hombres, contra autócratas y dictadores militares y civiles y  sus cómplices, e igualmente contra voraces corporaciones capitalistas y perros de la guerra. que depredan a débiles sociedades y naciones, incitan a la guerra y provocan genocidios y otras atrocidades infamantes, causando tsunamis de desplazados, hambre y enfermedades difíciles de controlar en el mundo de hoy globalizado.
   Y debo terminar señalando, que el Humanismo desde su empoderamiento en el Renacimiento, ha demostrado su incontrovertible fuerza espiritual, intelectual, ética y moral, sin decaer, sobreponiéndose y avanzando universalmente, en combate ético, moral y educativo, imponiendo los valores de la libertad, igualdad, tolerancia política, social, religiosa, contra crímenes de asesinatos en masa y genocidios, contra los crímenes y apartéis sociales y económicos, surgidos de la aplicación  de un capitalismo liberal-clásico  entre los siglos XVIII y XIX hasta el ascenso político y social de la democracia parlamentaria; contra crímenes de los imperialismos y su consecuencia la Primera Guerra Mundial y el genocidio del pueblo armenio por el imperio turco; contra la perversa ideología fascista, en sus vertientes nazi y comunista, con crímenes y genocidios de Hitler y Stalin, y la Segunda Guerra Mundial. Y a partir de 1948 contra guerras fratricidas focales y luchas por el poder en países descolonizados donde suceden crímenes y genocidios contra pueblos y etnias locales. Y hoy contra el calentamiento global que amenaza de extinción no solo a la especie humana, sino a todas las demás especies de seres vivos que habitan nuestro planeta, cuya defensa mundial se ha evidenciado, en sendos Acuerdos suscritos en los dos últimos Congresos en Defensa del Medio Ambiente realizados en París y Bonn, en los que la mayoría de los Estados del planeta se comprometieron a reducir las emisiones de gases causantes del efecto invernadero en la capa de ozono,
   Y hoy existe lo que tal vez sea el peor enemigo del Humanismo: la desinformación, que niega la verdad en todas sus manifestaciones y pervierte la libertad de expresión.
   Pero, a pesar de todo ello, el triunfo de los ideales humanistas hoy se enseñorea realidad universal en la vigencia de los Derechos Humanos,  en su protección y defensa jurídica en la mayoría de las Constituciones del mundo, y en las jurisdicciones de Tribunales internacionales. Prueba de ello, son: la “Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas” y la “Carta Democrática Interamericana” estableciendo el derecho humano de los pueblos a vivir en Democracia y que “los Derechos Humanos son esenciales a la Democracia, especialmente el Derecho a la Educación”; y en esos Acuerdos actuales de Congresos mundiales en defensa del medio ambiente y de nuestro planeta.
   Y es deber de ética personal y de, moral social, y de responsabilidad jurídica del hombre, seguir avanzando en ser cada vez más humanos enriqueciendo las ideas e ideales del Humanismo y, en consecuencia, humanizar aún más al Derecho; porque es una verdad histórica incontrovertible: que el triunfo de las ideas humanistas se imponen y hacen vida social activa, cuando convergen en el Derecho, en Tratados Internacionales, Constituciones y Leyes, como es la realidad de la vigencia universal de los DERECHOS HUMANOS.
   ¡Señores!




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